¿Es demasiado pequeño para ir a música o al teatro? ¿Espero unos años para llevarlo a la escuela infantil o al cole?
Siguiendo las reflexiones de F. Tonucci vamos a describir una filosofía social que aún sigue aconteciendo hoy día.
Existe una tendencia a pensar que cuando el niño nace es pequeño en todos los sentidos, “que no sabe nada”, y que esta circunstancia se prolonga durante varios años, hasta que llega la etapa de la razón, la entrada en primaria, que es cuando se sigue considerando en muchos casos que comienza el verdadero aprendizaje. De ahí que en muchas ocasiones, las escuelas y actividades educativas y culturales de 0-6 años se entiendan como accesorias y prescindibles.
Este pensamiento social nos dice que en la primera infancia lo más importante está por llegar. De modo que hay que preparar al niño para lo que le depara el futuro. Buscando a veces hacer adultos a los niños rápidamente (con fichas, tecnología, libros de texto…), más que otorgándoles la posibilidad de desarrollarse adecuadamente en tipos de escuelas de exploración, vida y asombro (jugando con la esencia de las cosas).
Esta representación de la infancia se corresponde con la de proyectos educativos muy conservadores, y que consideran cada nivel inferior al siguiente (lo cual se refleja tanto en el estatus de los docentes, como en sus formaciones o en sus salarios; por lo general se forman y cobran bastante menos los de las primeras edades).
Por el contrario, desde el siglo pasado, ya Freud, Piaget, Bruner, Vygotsky, Freinet o Montessori (entre otros pedagogos y pensadores relevantes), nos ayudaron a comprender que los primeros seis años de vida son los más importantes. Siendo los cimientos sobre los que el niño tendrá que construir a lo largo de toda su vida.
Además, la pregunta que realmente debería preocuparnos sería “¿quién tiene el mérito de causar ese crecimiento tan fuerte y rápido que se da en los primeros años de vida y que hace que en tiempo récord se ande, se mastique, se hable, se socialice, se ordene o desordene…?” Cuya respuesta sería “el juego”, entendiendo por juego todo el proceso de descubrimiento constante que se da en los niños desde que nacen e interactúan con el pecho de la madre (ya en el propio vientre materno juegan también).
Asimismo, conceptos como cuento o juego suelen asociarse a infancia. Como si en el resto de nuestras vidas no necesitásemos de los cuentos y del juego… Al crecer se les cambia el nombre. Pero siguen ahí, junto a nosotros.
Nietzsche dijo que el niño considera el juego como su trabajo y el cuento como su verdad. También, Pavese dijo que mientras el adulto juega para divertirse, el niño juega para jugar.
Por todo ello, precisamente aquellos escenarios donde prevalecen el juego y el descubrimiento activo, son los más convenientes para la crianza feliz de un niño, siempre de la mano de la familia, el amor y el respeto.