Cómo saber si el bebé o niño está preparado para asistir a una escuela infantil
La escuela infantil cobra un sentido u otro en función del tipo de escuela de la que se trate y cuál sea la realidad familiar del bebé o niño. Hay expertos en infancia que recomiendan que los bebés o niños de entre cero y tres años permanezcan con la madre y su círculo familiar, salvo que esta no pueda afrontarlo por razones laborales. Es aquí donde cobra importancia qué buscamos para nuestros bebés y niños y qué criterios seguimos a la hora de inscribirlos en un centro de educación infantil.
Si el centro de educación infantil es entendido como guardería, es lógico no usar ese servicio en caso de poder permanecer con nuestros peques los primeros tres años de vida. Sin embargo, si entendemos la escuela infantil como segundo hogar, como lugar que regala experiencias a los bebés y niños, entonces la mirada cambia. La escuela infantil, por tanto, cobra valor más allá de su labor asistencial o de conciliación laboral y familiar cuando enriquece el universo de los peques, cuando les facilita vivencias que no son posibles en el ámbito familiar.
Asimismo, a partir de los tres años suele recomendarse la escolarización formal o informal porque propicia la socialización, que es en esta segunda etapa de la infancia donde se desarrolla, acompañada de la explosión del lenguaje. Sin embargo, existen muchas formas de socialización, también de adquirir aprendizajes. Por lo que si reducimos a esos factores la idoneidad de la escolarización, quizá, según las aportaciones de tiempo y recursos con los que pueda dotar la familia al niño, podría no tener sentido la escolarización en ninguna etapa. En cambio, el papel de la escuela es compensar aquello que no se da en los peques o en la familia y sus entornos de forma natural. Esa ha de ser la clave para seleccionar la escuela que queremos: acompañamiento en nuestro estilo de crianza y complementar experiencias.
Una vez entendidos los diferentes roles que pueden adquirir los centros de educación infantil, será más fácil también responder a la pregunta de cómo saber cual es el momento idóneo para hacer uso de los mismos. Si nuestro peque puede permanecer con nosotros en casa pero resulta que la escuela elegida le aporta vivencias especiales en las que se siente sereno, amado y respetado; está preparado para pasar un rato en el cole cada día. Y el vínculo afectivo con mamá, papá o la familia se verá fortalecido, ya que están facilitando experiencias agradables y que entusiasman al bebé o niño.
Qué debe aportar la escuela
Los niños son investigadores por naturaleza y son empujados a explorar, experimentar, jugar y aprender todo el tiempo de manera natural. Así que la función principal de la escuela infantil y en general de todos los adultos que conviven con los peques es la de acompañar sus procesos desde el amor incondicional, la escucha activa y el respeto mutuo.
A partir de ahí, desde ese lugar de confort, la escuela debe conocer los diferentes lenguajes del niño, sus múltiples formas de comunicarse y abrirse al mundo. Provocando cada día asombro y entusiasmo que vinculen juego, emoción y sentido a esta aventura de aprender, la cual no puede reducirse a las palabras.
Generalmente se atribuyen a la escuela infantil los aportes siguientes:
- Contribución al desarrollo social y emocional.
- Propicia otros entornos que complementan a los de la familia.
- Fomenta la autonomía.
- Otorga herramientas para la vida y para la resolución de conflictos.
- Acompaña a la familia en los procesos de crianza.
En resumen, al igual que los adultos, los niños requieren de una vida ordenada y mínimamente predecible: horarios, responsabilidades agendadas, reglas sociales… Y la vida que se lleva actualmente no debe impedir atender correctamente sus necesidades.
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■ C.E.I. El Castillo Mágico. En Los Remedios y San Diego en Sevilla y en el centro de Huelva.